El proyecto contempla una vivienda unifamiliar, de programa contenido, que se desarrolla principalmente en una sola planta con terraza solárium, situada en Soto del Real, en una urbanización de los años 70 con edificaciones de carácter serrano (pizarra, revocos blancos, tirolesa, granitos) y parcelas amplias donde la vegetación de la zona tiene una gran importancia en el conjunto de la urbanización.
El principal reto del proyecto es la integración de la vivienda en el paisaje, en la parcela existente, con unas preexistencias, construcción auxiliar y piscina, condicionantes en las decisiones proyectuales iniciales. Se ha recuperado y reutilizado tanto las construcciones existentes, como la vegetación autóctona, para intervenir lo menos posible en la parcela y restaurarla a su estado inicial tras la obra, como si la vivienda hubiera estado allí siempre, participando de la memoria afectiva del lugar.
Otro objetivo fundamental del proyecto es construir una vivienda de consumo de energía casi nulo, con materiales naturales y prácticamente autosuficiente. Para ello, se ha optado por seguir el estándar passivhaus en el diseño y cálculo de la vivienda, la tecnología industrializada en madera para su construcción y la implantación de un sistema fotovoltaico para cubrir la mayor parte del consumo eléctrico de la vivienda, incluidos los vehículos eléctricos de los propietarios.
La gestión sostenible del agua en la parcela también ha sido un reto importante, ya que la vivienda tiene una amplia zona de jardín, que se diseñado con nueva vegetación de baja demanda hídrica que se añade a la recuperación de los árboles preexistentes. Por otro lado, la piscina está conectada a un pozo existente en la parcela para reducir el aporte de agua corriente.
La parcela contaba con una construcción auxiliar de los setenta, en tipología serrana, y una piscina elevada sobre una plataforma de piezas de granito. Ambas preexistencias determinaron la estrategia del proyecto con el fin de poder recuperar e integrarlas en la nueva construcción. La obra nueva, industrializada en madera, se desarrolla como un volumen longitudinal que se abre a las vistas de la sierra y a las orientaciones más favorables buscando la máxima iluminación natural, en el que se desarrolla la mayor parte del programa de la vivienda, mientras que la construcción existente se ha recuperado como pieza singular para la habitación principal, creando un diálogo entre lo nuevo y lo
reutilizado, ambos conectados a través de un elemento acristalado que articula y da coherencia al conjunto.
La conexión entre los distintos espacios interiores de la vivienda y el exterior es constante, con conexiones visuales a distintos niveles. La integración de la naturaleza hace del jardín y sus preexistencias (piscina, muro de granito, árboles, vegetación) una extensión del programa de la vivienda.