Al afrontar el diseño de un edificio de atención infantil, las primeras nociones con las que involuntariamente se trabaja son aquellas relacionadas con la seguridad, el control o la organización, así como las vinculadas directamente con el universo infantil del juego. Es sin duda algo que resulta lógico. Sin embargo, en ciertas ocasiones y por diferentes motivos, quedan al margen otros aspectos tan importantes como los anteriores. Cabe anotar que, casi en la mayoría de los casos, la escuela infantil es el primer espacio público que cualquier niño o niña visita. Es más, se trata del primer lugar, diferente del hogar, que cualquiera llega a habitar. Por ello resulta importante atender al carácter y la condición que el edificio y sus espacios interiores adquieren desde su dimensión próxima, familiar y casi doméstica.
La presente propuesta ha tratado de atender, en primer lugar y de manera equilibrada, a todos estos aspectos. De este modo, advirtiendo las necesidades de control y seguridad, se presenta como un edificio introvertido que hace pivotar toda su actividad alrededor de un atrio central. Este espacio, referencia en todo el conjunto, sirve para articular el ingreso en el conjunto así como para dar escala y cualificar los espacios que sirven a las aulas. La diversificación de espacios exteriores e interiores, ideados como posibles ámbitos de juego diferenciados, trata de dar respuesta por otro lado a la componente recreativa y lúdica. A todo ello hay que sumar la búsqueda de un resultado no estridente, de escala próxima, donde el atrio
central, unido a la vegetación existente que se mantiene y la materialidad general elegida, otorgan al centro una dimensión próxima, confortable y ajustada a sus usuarios.
Unido a lo anterior, otro de los principios que ha regido desde el principio la concepción de la propuesta ha sido la búsqueda, de nuevo de una manera equilibrada, de un grado ajustado de flexibilidad y versatilidad espacial. De este modo, y aprovechando las dinámicas de uso de este tipo de edificios, se ha procurado que tanto las aulas en sí mismas, como los grupos de aulas de la misma edad, como los espacios de servicio a las aulas, puedan transformar de manera sencilla su configuración, tamaño y disposición ajustándose a las necesidades de cada momento. Con ello se ha tratado, sin olvidar los vigentes métodos educativos, de dar respuesta a los requerimientos de las nuevas dinámicas pedagógicas que poco a poco van imponiéndose.Una de las decisiones más importantes en este mismo sentido ha consistido en tratar de explotar al máximo la utilidad de la denominada “Sala de usos múltiples”.
Se ha optado por integrar esta pieza frente a las aulas y en continuidad con los espacios de circulación, para conseguir así dotar al centro de un espacio que, estando íntimamente vinculado al atrio, se convierta en una pieza central y referencial. Con esta decisión no solo se dota al edificio de una zona de acceso y distribución más amplia, necesaria en algunos momentos, sino que se consigue adecuar mejor el uso general del conjunto a las condiciones climatológicas de nuestra latitud. Este ámbito, entendido también como un espacio de esparcimiento interior, una suerte de patio interior de invierno en algunos momentos o gran aula colectiva en otros, multiplica las posibilidades de uso y la polivalencia general de la construcción. Aquí pueden realizarse igualmente eventos colectivos o familiares de escala media, y por su disposición,
en continuidad con el comedor, puede atenderse eventos de una escala mayor como representaciones o recepciones grupales.